viernes, 18 de junio de 2010

Me quedé mirándolo, como una tonta, para entenderle, para que me dijese la verdad pero su silencio me aturdía. Tenía ganas de pegarle, de gritarle, me daba impotencia que fuese así de cruel e injusto conmigo. Quería creer que había algo importante, que quedaría (a pesar de todo) un pedacito de mí en él pero bien sabía que con el tiempo el me olvidaría y posiblemente yo a él. Es y siempre fue inevitable. O mejor dicho, no lo suficientemente evitable.

2 comentarios:

  1. muy lindo blog^^
    mirá el mio *-* i si qeres seguime & hago lo mismo <3

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  2. pasé por una situación muy parecida hace 2 semanas... ese sentimiento de rabia, impotencia, ganas de gritar... uf! un besito!

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